Canto mis soledades – La inaguración

 

Música: Paulina de Petris

 

Fue una casualidad. O el destino. Un encuentro que tenía que suceder, porque saliendo de la ciudad se las puede ver. Las salinas están por todas partes. Los zigzagueantes cursos de agua, las casas en ruinas, viéndolos a través de la ventanilla del tren, me fascinaron desde el primer instante.  El paisaje me sedujo enseguida.

Los arroyos secos serpentean por el horizonte infinito. En los sinuosos y agrietados cursos de agua se siente la soledad intemporal. El paisaje interior personal y el paisaje exterior, la marisma, se han encontrado. Paso a paso.

Un paseo exterior es un paseo interior. El paisaje refleja mis pensamientos, el paisaje despierta mis pensamientos.  Me pierdo en la infinidad atemporal. En este abandono donde uno puede sentir verdaderamente la libertad de un hombre que no tiene hogar en ninguna parte. Sin raíces, desapareciendo como el paisaje.

La desidia de las salinas libera el alma. El viento se lleva las preocupaciones, sustituyéndolas por la paz. Una paz cautivadora. Las cargas del pasado se pierden en la marisma, uno se olvida de sí mismo, olvida quién es. En el vacío el alma encuentra su refugio. Lo que fue, desaparece lentamente, se transforma como el paisaje. El futuro de las salinas, como el del alma, es incierto. ¿Se renovará, la mar se lo tragará?

Egy gondolat “Canto mis soledades – La inaguración” bejegyzéshez

  1. Eres un genio. La inauguración fue espectacular. Merece la pena este recuerdo. Gracias!

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