Lo terrible no es la calle sola,
el andén como un reto,
los trenes que perdimos,
lo terrible no es ni siquiera el dolor,
lo que duele terribe y zarandea
es que ya sólo queda
recurrir a la vida por tus propios ojos
que son una distancia casi absurda,
que son un túnel negro de esperanza.
Javier Egea