Bosque de Esculturas de Can Ginebreda

 
Nunca he tenido condiciones y voluntad para formar parte de lo que se llama “cultura oficial”. Me gustaría que mi trabajo reflejara el espacio en el que me ha tocado vivir: nací en un país fascista y me moriré igual que mis padres, abuelos y muchas generaciones más echando atrás, sin poder ver nuestro país libre y republicano.
Siempre he valorado mucho los oficios por la conexión que existe entre las manos y el cerebro ―reflexión y ejecución―;
esto es formidable. La escultura lo tiene todo: la ocupación del espacio y el lenguaje de los materiales, que si no te haces amigo y no intentas hablar su idioma, no conseguirás sacar nada bueno (más bien la destrucción del bloque de piedra, el tronco de madera, el hierro o tantos materiales como se te pongan en las manos). De hecho, sacar partido de los materiales es igual de complejo que tratar con personas con caracteres variados que no puedes evitar: debes tener mucho cuidado de cómo tratas a su bei, si quieres conseguir unos buenos resultados. Con la escultura puedes hablar de todo: de política, de erótica, de versardas trascendentales, de publicidades políticas y religiosas (que casi es lo mismo y, si no, ved la historia de la humanidad, escrita casi toda en volúmenes escultóricos, desde los dólmenes, los menhires, los obelisco y los zigurates, hasta las catedrales y los campanarios, cerrando el bufón y la erección permanente).

Xicu Cabanyes